
A veces no es fácil aguantar, a veces solo siquiera soportar esa palabra en la cabeza y mantenerme quieto. Conozco muchas personas que saben cómo soportar y los admiro, pero también me hostigan y lamento la verdad no entenderlos en ciertas cosas pero, no me puedo quedar.
El atascarnos sin poder al menos pensar qué hacer, es imperdonable, nacimos para volar aun sabiendo que no tenemos alas, estamos para ser y hacer lo que ni nuestra mente puede imaginar y el quedarnos a pensar en cómo hacerlo, no es una opción. Luego de cerrar tantos ciclos, de tener en mis manos la perilla de aquella puerta, no lo pensé solo la cerré y seguí. Caminé llevándome a arrastras todo los golpes que yo mismo me dejé dar, seguí sin sacudirme cargando pesos que no me correspondían llevar, me fui y sin mirar atrás, pisaba senderos que con cada paso me hacían llorar y aun así, seguí.
No esperé por otros, no pregunté por qué, no miré a nadie solo lo hice y fue grandioso pensar que moriría si no llegaba, sino no lograba lo que quería, si me detenía o me dejaba vencer. En esta vida hay solo dos simples cosas que TODOS SABEMOS PERO NOS DA MIEDO, o lo hacemos o veremos como otros lo hacen. En aquel momento cuando mi respiración estaba acelerada y solo pensaba en intentar, en escapar de una realidad de la que no podía ser parte, de la que incluso mi familia formaba parte, no lo pensé. Y fue el momento donde las cosas por insignificantes que fueran, las veía increíbles. Abandonaba un presente que necesitaba que fuera pasado, me aventuraba a solo ser yo para pensar en otros, no podía estar en un lugar que solo fueran otros y no verme por ningún lado.
Quise ser aquel que fríamente corrió por su bien, ese que por ningún momento dio un paso atrás o esperó para pensarlo bien, me fui para volver en otro momento o quizá nunca. Soy todo lo que hoy tengo y lo que me queda para seguir siendo por el resto de mi vida, soy un puñado de huevos, soy muchos nudos de garganta, pensamientos dolidos, miradas inolvidables y verdaderos amigos, pero nada de eso me impediría seguir.
Qué podemos hacer como personas para llegar a ese punto, esa línea perfectamente puesta para que solo podamos pararnos ahí, para estar en el momento ideal de lo que creemos que merecemos, ese suspiró frío bien esperado, esas ganas de aplaudirnos de gritar que por fin llegamos, que lo logramos, que fue lo mejor. Qué es lo que hoy podemos plasmarnos adentro de lo que somos para acordarnos en no olvidar y hacerlo, qué nos puede ayudar a avanzar cuando pensamos que estamos bien pero algo dice lo contrario, qué nos alimenta, qué nos puede hacer volar.
Estaba suspendiendo aquel paso que hoy me tiene aquí y lo pensé, tanto que incluso memoricé todo lo que podía suceder mientras caminaba, mientras me alejaba, mientras todo era extraño, nuevo. Me anduve con prisas a solo llegar a ese punto que sentí que me pertenecía, que nadie podía quitarme y me aseguré en no soltarlo. Pensar tanto tampoco resulta, esperar solo nos sirve para perder tiempo y fue entonces, para mirar una y otra vez las cosas que sabemos que ya están como las hemos visto.
Pensarán que estoy loco pero llegar ahí, a esa parte de mí que sabía que me esperaba y encontrar lo que me faltaba, eso por lo que nunca podría ser yo si no lo tenía. Fue el momento perfecto para dejar de caminar, de suponer, de pensar, de esperar, de desearlo y corrí. Dejé los pasos cortos por grandes impulsos de emoción, por cargas y cargas imparables de una adrenalina que no regalaría, solo lo hice.
Solo, me dejé ir porque me era justo, abandoné todo aquello para tener ahora todo esto que soy y aunque estoy consciente que se convierte en mi calvario y la condena por la que di todo lo que soy, lo volvería a ser solo por volar. A lo mejor es cierto que cada quién crea su propio infierno, o que estamos destinados para hacer solo que lo podemos soportar, yo digo que, estamos únicamente para intentar hacer lo que ni nosotros mismos pensamos en lograr y eso, es la mejor forma de pensar en cómo vivir.